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lo cual nos muestra que la lucha contra dichas estructuras exige una
participación activa y una acción política transformadora. Necesitamos que
derechos y participación se articulen políticamente como las dos caras de una
misma moneda, a saber, la de la ciudadanía contemporánea.
Por ende, el feminismo de nuestro tiempo nos ha enseñado que “es el
ejercicio de una ciudadanía activa el contexto que posibilita la transformación
de las condiciones discriminatorias de los grupos y que, al mismo tiempo,
convierte en real la posibilidad de transformar las estructuras injustas”
(Fernández de Castro, 2020:11). Y es en dicha posibilidad donde podemos
anidar la esperanza de la realización del feminismo, y con él la realización de
una sociedad más justa, igualitaria e incluyente, como un proyecto político
común.
Conclusión
La relación entre feminismo y ciudadanía es un tema que hoy en día podemos
interpretar a partir de la disputa por la política, entendida como la
reconfiguración de las distintas estructuras sociales de poder basadas en la
opresión y dominación patriarcal. De esta manera, la lucha feminista implica
democratizar los espacios y ámbitos de la vida cotidiana de las personas a
partir del género, lo cual significa reestructurar también los distintos roles de
género en los que, tanto hombres como mujeres, son atravesados por la
estructura patriarcal de poder. La disputa por la política es, junto con la
ciudadanización de las mujeres a partir de su activa participación, un