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Siguiendo  a  la  filósofa  belga  Chantal  Mouffe  (1999),  tanto  hombres

                  como mujeres están constituidos por un conjunto de “posiciones de sujeto”


                  (p. 110), las cuales no pueden ser totalmente fijas o determinadas, sino que,

                  por  el  contrario,  se  mantienen  en  un  “movimiento  constante  de

                  sobredeterminación y desplazamiento” (p. 110). Dichas posiciones de sujeto

                  sitúan en diferentes espacios a hombres y mujeres por igual, de tal manera

                  que es posible pensar en un ámbito en el que una mujer puede ser oprimida,


                  por ejemplo, en el hogar frente al esposo; mientras que, al mismo tiempo, es

                  posible pensar a la misma mujer en otro ámbito de espacio en el que goza de

                  cierta autonomía y poder, por ejemplo, como madre de familia.

                         Por  tanto,  son  las  posiciones  de  sujeto  y  los  espacios  sociales

                  constituidos los que van a determinar las relaciones de poder que identifican


                  o separan a los actores sociales. Esto nos permite comprender que en la lucha

                                                                        feminista, son las mujeres las

                                                                        que están sobredeterminando

                                                                        y  desplazando  sus  distintas

                                                                        posiciones  de  sujeto,  con  lo


                                                                        cual        están        también

                                                                        reconfigurando,  a  través  de

                                                                        distintas             estructuras

                  discursivas  y  acciones  colectivas  articuladas  (Mouffe,  1999),  su  propia

                  identidad  política  como  mujeres  y  ciudadanas.  En  este  sentido,  la


                  ciudadanización de las mujeres representa un proyecto tanto teórico como

                  político (Lister, 2012), además de
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