Page 34 - R3
P. 34
los roles y actitudes que los seres humanos habrán de desempeñar a lo largo
de sus vidas. Así, la distinción público/privado ha trazado conceptual y
fácticamente el curso de la política occidental desde la modernidad hasta
nuestros días, por lo que la idea de que el espacio público es el lugar idóneo
para la realización de la política, mientras que el espacio privado, y con él las
vidas privadas (Phillips, 1996), corresponde al ámbito doméstico, propio del
dominio masculino y patriarcal, constituye una de las principales críticas del
debate feminista.
En este sentido, Anne Phillips (1996) afirma que las exigencias feministas
que se agruparon bajo el eslogan de “lo personal es político” ponían de
manifiesto que la política, y con ella la democracia también, tenían que
configurarse “para incluir la textura de la vida cotidiana, ofreciendo lo que fue
para muchas una primera apertura al debate político” (p. 97). De este modo,
el debate feminista puso en el centro de la discusión pública la necesidad de
ampliar las exigencias democráticas de igualdad, participación y decisión a
diversos ámbitos de la vida cotidiana. Con ello, las feministas denunciaron que
la manera en la que se valora (o mejor dicho, infravalora) la participación de
las mujeres en la vida pública tiene mucho que ver con la manera en la que sus
vidas privadas están regidas, esto es, que “la organización actual de la vida
“privada” se presenta como un obstáculo importante al involucramiento
democrático de las mujeres” (Phillips,1996:100)