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problemas se pueden presentar entre personas de un mismo género. Particularmente se

               destacan  los  relacionados  sólo  entre  mujeres.  A  este  respecto,  la  autora  cita  muy
               acertadamente el dicho de “Mujeres juntas, ni difuntas” Lamas, M., (2015), lo cual aunque

               es un dicho bien conocido entre la población mexicana, es importante recapacitar acerca
               de éste. Seguramente, muchas mujeres hemos presenciado al menos una situación ya

               sea en carne propia, o bien porque alguna otra nos ha contado su experiencia, en donde
               se expresa, cómo es que han sido minimizadas o agredidas directa o indirectamente, por

               otra mujer.


               ¿A cuántas mujeres no las han hecho sentir “menos” con alguna mirada, palabra o todo

               un discurso, otra mujer?, ¿a cuántas mujeres les han puesto algún tipo de obstáculo para
               sobresalir? y esta dificultad ha sido dispuesta por otra mujer. Por ejemplo una jefa o una

               maestra. ¿Cuántas veces no hemos presenciado una rivalidad en lo académico/laboral
               entre  mujeres?,  ¿a  cuántas  mujeres  les  han  esparcido  rumores  para  desprestigiarlas

               desde que eran estudiantes, o bien en sus respectivas áreas de trabajo? Éstas son sólo

               algunas interrogantes que nos permiten situarnos en un contexto donde la rivalidad y la
               violencia -en algunos casos física-, está dada entre mujeres (Lamas, M., 2015).

               Si trasladamos estas preguntas a nuestro contexto inmediato podemos darnos cuenta

               que no es un problema de una sola persona, sino que es una situación que la viven
               muchas mujeres desafortunadamente. Pero ¿qué podemos hacer para  reducirla? La

               respuesta no es simple y podemos decir que es un proceso el cual conlleva en primera
               instancia  una  introspección  y  posteriormente  si se tiene  éxito  y  hay  algún  cambio en

               nosotros mismos y nuestro entorno, puede entonces propiciar un cambio en la cultura.
               Es un proceso lento pero necesario para tratar de igualar las condiciones laborales entre

               hombres y mujeres, ya que no solo se estaría reescribiendo nuestra historia, nuestros

               sentimientos,  y  nuestras  actitudes,  sino  las  de  nuestro  contexto  y  si  esto  llegase  a
               permear a otros contextos, entonces se podría estar hablando de un cambio cultural,

               donde  de  manera  conjunta  hombres  y  mujeres  promuevan  nuevos  paradigmas  en  la
               sociedad, nuestra sociedad.

               Las actitudes y posturas que las mujeres promueven dentro de un ámbito laboral, es
               quizás inconsciente, ya que el modo en que se relacionan con el resto, supone actitudes





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