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aceptar seguir rompiendo con lo establecido (Álvarez, A. D. M., 2005), (Díez Gutiérrez,
E. J., 2015), (Expósito, F., y Moya, M., 2011). Esto pasa a todos niveles; en sectores
como el laboral, académico, estudiantil, empresarial, deportivo, de investigación,
etcétera; les sucede a las mujeres de arriba, a nuestros pares y a las de abajo; a las que
fueron pioneras en sus áreas de trabajo y de estudio; y si no hacemos algo, seguirá
pasando en futuras generaciones.
Por otro lado, la envidia es una emoción presente en todo
ser humano, sobre todo cuando se está en un ambiente
competitivo, y entre mujeres suele ser una situación
recurrente cuando existen algunas diferencias al realizar
una tarea, o cuando no se alcanzan ciertas jerarquías,
por mencionar el ámbito laboral. Lo anterior puede provocar actitudes agresivas y
descalificadoras entre las personas que no son escogidas para obtener un
reconocimiento, promoción o un nuevo puesto. De nuevo, algunas veces, las primeras
en oponerse a que otra mujer alcance otro puesto laboralmente más alto que el que tenía,
o sea reconocida en su área de investigación, sea cual sea su área de trabajo, suelen ser
otras mujeres.
Este tipo de violencia es simbólica, no suele mostrarse abiertamente, es más sutil, es
“por debajo del agua”, son actitudes casi imperceptibles para aquellos que no están
involucrados en el área de conflicto, pero perfectamente identificados por las personas
que las reciben. A veces son inesperadas, si las llamadas “puñaladas por la espalda”, se
presentan en comentarios desagradables o bien promoviendo chismes acerca de la vida
personal de X contra Y en el lugar de trabajo, generando un ambiente de tensión,
fracturando la posibilidad de hacer un verdadero equipo (Lamas, M., 2015), (El
affidamento, 1993).
La rivalidad entre mujeres ha sido un factor negativo entre ellas mismas, ya que las
mujeres que no han podido tener las mismas oportunidades, siquiera al ser tratadas con
el mismo respeto que otras, ya sea por su condición social, económica, cultural,
académica, entre otros factores, ha provocado que sea aún más evidente la desigualdad
de oportunidades hacia un sector de mujeres que, por decirlo de algún modo no han
tenido “la misma suerte” que las otras.
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