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sino a través de esa realidad que no es él. Por ese motivo, la vida del hombre no es jamás
                     plenitud y reposo, es carencia y movimiento, lucha. Frente a sí, el hombre tiene a la Naturaleza;
                     tiene poder sobre ella, trata de apropiársela.”  (2004:57).
               Considero que la crítica de la filósofa francesa trasciende la desigualdad entre hombres

               y mujeres. Teniendo en mente las palabras de Marcuse y observando nuestra actualidad,
               la  opresión  aplica  a  todos  los  sujetos  por  igual,  independientemente  de  su  sexo.  De

               Beauvoir apunta a que éste es un problema con el Otro, aquel que es negado y cosificado.

               Por  una  parte,  el  sistema  capitalismo  nos  convierte  a  nosotros  en  ese  Otro,  en  una
               negación, y a la vez, nosotros, siguiendo ese mismo modelo, convertimos a los demás

               en  negación  de  nosotros,  los  quitamos  la  voz  al  convertirlos  en  productos.  Así,  el

               problema es doble.
                     No hay presencia de lo otro nada más que si lo otro está presente ante sí mismo: es decir, que
                     la  verdadera  alteridad  es  la  de  una  conciencia  separada  de  la  mía  e  idéntica  a  ella.  Es  la
                     existencia de los otros hombres la que arranca cada hombre a su inmanencia y le permite
                     cumplir la verdad de su ser, cumplirse como trascendencia, como escapada hacia el objeto,

                     como proyecto. (2004: 57)
               La propuesta de la filósofa es reconocer la alteridad del otro no a partir

               de uno, sino a partir de su otredad. Además de Beauvoir considera
               que  reconocer  la  alteridad  del  otro  es  el  camino  para  reconocer

               nuestro  propio  ser:  nos  reconocernos  mediante  el  otro.  Este
               reconocimiento,  menciona  la  autora,  se  da  “como  objeto  y  como

               sujeto en un movimiento recíproco”, es decir siendo uno y el otro a la
               vez. Esta capacidad de ser el Otro es incompatible con la mecánica

               capitalista descrita por Marcuse. El Otro no es otro, es una intención mía proyectada

               sobre un objeto sin voluntad, al que yo le atribuyo no sólo característica, sino también
               intenciones, deseos, voluntad. De Beauvoir indica que:

                     “…sería necesario, en primer término, saber cuál es la voluntad del otro: no es tan fácil. Todo
                     proyecto se extiende a través del tiempo; envuelve una pluralidad de proyectos elementales
                     hay que saber distinguir aquellos que concuerdan con el proyecto esencial, aquellos que lo
                     contradicen, aquellos que no se relacionan con él sino de una manera contingente; hay que
                     distinguir aquí la voluntad del otro de sus caprichos.” (2000: 118).


               Capricho, considero que es la palabra clave, para describir nuestros tiempos actuales.

               No amamos al otro porque no lo valoramos como algo que realmente existe. El otro es



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