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género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias

               que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significativas
               de poder” (Lamas, 2013). Lo interesante en el planteamiento de Scott es la cuestión del

               poder  para  referirse  a  las  relaciones  sociales  a  partir  del  género,  de  manera  que  al
               referirse a las relaciones sociales estamos también hablando de las relaciones de poder

               que  determinan  las  lógicas  de  conducta  sociales  y  éstas,  a  su  vez,  determinan  el
               comportamiento individual de las personas a partir de su constitución sexual biológica. El

               género  es,  por  consiguiente,  un  elemento  de  poder  en  las  relaciones  sociales  e

               individuales, un elemento de poder simbólico-social para definir y diferenciar lo sexual.
               Por ello, Scott distingue cuatro elementos para comprender la noción de género:

                          1.  Los  símbolos  y  mitos  que  conforman  una  cultura  determinada  y  sus
                              representaciones  (por  ejemplo,  la  mujer  y  el  símbolo  de  la  fertilidad-

                              maternidad).
                          2.  Los conceptos normativos que dan significado a esos símbolos (la mujer

                              como madre).

                          3.  Las instituciones y organizaciones sociales de las relaciones de género (la
                              familia, el matrimonio, el hogar, la educación y el cuidado de los hijos).

                          4.  La identidad e identidad genérica (María, Lourdes, Patricia, etcétera).


               A partir de lo anterior vemos que el género es un producción de la vida y las relaciones

               sociales, a partir de una lógica del poder, la autoridad y las instituciones que norman y
               promueven las conductas sociales e individuales a partir de la diferencia sexual. Pero

               ¿cómo incide esto con la política y la democracia? ¿es posible transformar las conductas
               y los comportamientos de los individuos a partir del género? ¿podemos transformar la

               vida política de nuestra sociedad y consolidar mejores democracias a partir del género?

               En las siguientes líneas abordaremos algunas reflexiones para intentar responder a estas
               preguntas.


                III.   Género y democracia

               Desde  la  Revolución  francesa  hasta  la  consolidación  de  los  regímenes  democrático-
               representativos en el siglo XX, pasando por los movimientos obreros del siglo XIX, la





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