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Algunas  interpretaciones  rabínicas  aseguran  que  durante  la  creación  aparece
                     insinuada  una  tercera  presencia  humana,  Lilith,  que  hunde  sus  orígenes  en  la
                     tradición mesopotámica. El Judaísmo no la ha deificado, pero la ha empleado para
                     introducir el concepto del mal ligado al erotismo femenino (Cervera, 2015).
               En  semejante  sentido,  según  Robert  Graves,  el  nombre  de  Lilith  se  relaciona  con  la

               oscuridad  y  sus  derivados  simbólicos:  “la  etimología  popular  hebrea  parece  haber

               derivado Lilith de layil, igual a noche, y en consecuencia, aparece con frecuencia como
               un monstruo nocturno peludo” (Graves y Patai, 1986: 8). Es en Graves que basamos la

               interpretación  del  mito  en  el  presente  texto,  de  manera  que  Lilith  representa  a  la

               transgresora inicial de las normas establecidas por el primer hombre y por el masculino
               Dios hebreo, dentro de la cultura judeocristiana. De hecho, cabe destacar que en este

               contexto, la Biblia de Jerusalén sólo menciona una vez a Lilith: "Los gatos salvajes se
               juntarán  con  hienas  y  un  sátiro  llamará  al  otro;  también  allí  reposará  Lilith  y  en  él

               encontrará descanso." (Isaías 34:14). Es hasta el siglo XX cuando, según Sandra Barba:
                   Judith Plaskow, la primera feminista judía autonombrada teóloga, se reunió con sus
                   pares en los primeros años de la década de 1970 para leer y reinterpretar los textos
                   sagrados de su religión. Sin abandonar ni el judaísmo ni el feminismo, el grupo de
                   Plaskow  usó  la  tradición  para  modernizarla.  Por  primera  vez  en  800  años,  las
                   intérpretes eran mujeres, y no hombres. Juntas decidieron narrar el mito de Lilith
                   desde su perspectiva. (Barba, 2016: 1-2).

               A partir de entonces la historia de Lilith se vincula de manera clara con la primera ola del
               movimiento feminista, lo cual es lógico, dados los detalles que se interpretan sobre el

               mito, respecto al cual haremos una breve exposición.
               La mayoría de nosotros, si no es que todos, crecimos con la creencia de que la primera

               mujer sobre  la  tierra fue  Eva, de acuerdo  con  la  mitología  católica  preponderante en
               nuestro país. Pero, según cuenta el mito judío, esto es mentira, pues la primera mujer

               creada por Dios fue Lilith. Sí, Lilith o la primera Eva, fue creada a imagen y semejanza

               de la divinidad, como Adán, del mismo barro que él, aunque algunas interpretaciones
               rabínicas anteriores a la de Judith Plaskow, afirman que fue creada de barro combinado

               con desperdicios e inmundicias. En todo caso optamos aquí por la igualdad que imprime
               el empleo de la misma materia para la creación de los dos.

               El origen igualitario entre Adán y Lilith permite a la primera mujer estar consciente de que

               no es una subordinada de su compañero ni un ser inferior al mismo. Por lo tanto, en una






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