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sido acogido su trabajo aún más en Estados Unidos que en Reino Unido:
Martha Nussbaum y Charles Taylor
son dos de sus más prominentes lectores. Por cierto, este último fue pupilo de
Murdoch en Oxford.
El tema que sigue es cómo abordar ahora el problema de la libertad. La
escritora señala que la separación entre valor y hecho es conceptual y
fácticamente inviable. Una asunción que los pensadores de la época no
cuestionaron. Pero, Murdoch buscaba apuntar hacia el vínculo entre agente
moral y su mundo, un tema suspendido por el liberalismo individualista
resquebrajado de la posguerra que hacía del individuo no solo el centro del
que emanan las acciones y los beneficios de la vida, sino el ser soberano y
solitario dueño irrestricto de sus decisiones y sus elecciones. Hablamos de uno
de sus textos más tempranos: “Visión and Choice in
Morality” de 1956. Hay quien opina, como Richard M.
Hare, profesor en Oxford, autor de El lenguaje de la
moral (1952) y Libertad y razón (1963) que los
individuos piden ser descritos cabalmente y con
absoluta exactitud (Hare, 1952; 1963). Murdoch difiere
de esta idea. Los conceptos éticos, como los valores son variables y se puede
profundizar en ellos, porque no están predeterminados. La libertad, en este
sentido opera más allá de su demarcación conceptual, obedece sí a una
reflexión alcanzable y no tanto a una capacidad para optar por algo o alguien
o por elegir una alternativa u otra.