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Language, Truth and Logic (1936) de Alfred Jules Ayer, de origen vienés, en
donde el filósofo definía las principales tesis del positivismo lógico y apelaba
como criterio de significado a un urgente deslinde entre la filosofía, la
investigación científica y las batallas tradicionales de la metafísica continental.
Es decir, se promovía la eliminación de cualquier proposición o creencia que
no pudiera ser verificada empíricamente, porque de lo contrario se corría el
riesgo de caer en fantasmagorías, supercherías e ilusiones. Los filósofos
neopositivistas tenían por adversaria a la doctrina religiosa relacionada por
ellos al fascismo, pero su mayor atribución fue pretender que era posible
poner al descubierto totalmente el esqueleto de un problema filosófico o
científico de una forma simple y verificable, es decir, supusieron que era
factible llegar a la verdad de forma clara y sin los rodeos ambiguos y místicos
del lenguaje literario y metafísico.
El marco filosófico funciona de trasfondo y revela además de la propuesta de
Wittgenstein como la de Heidegger, otros escenarios en el drama de la filosofía
que opera como testigo y testimonial de la desustancialización del sujeto. El
marxismo, por su lado, en el
campo político, reposiciona el
problema del hombre y el
trabajo a través del análisis
social y económico. Debe
recodarse que Murdoch formó