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de lo moral parte precisamente de la idea de romper con la construcción del
yo unitario y autocontenido.
Observemos brevemente lo que sucede en esta parte del mundo hacia
principios de la segunda mitad del siglo XX. Con razón, es la época en la que
dentro de las universidades se escuchan con resonancia los nombres de
Bertrand Russell y G. E. Moore. Con Moore y contra Moore, Murdoch planteó
que era relevante la distinción entre dos preguntas: ¿Qué es el bien? ¿Qué
cosas son buenas? “Tenía razón -indica Murdoch- al decir que el bien es
indefinible, pero se
equivocaba al decir que era el
nombre de una cualidad.”
(Murdoch, 2019: 76) La
preocupación filosófica de
Murdoch por el bien está
motivada fundamentalmente
por una especulación detenida en su ánimo de conocimiento por el mal y los
límites de la moralidad. Como ya hemos dicho, la filosofía moral atravesaba
por una crisis singular. La escritura reflexiva de Wittgenstein tenía ocupados a
gran parte de los adeptos al problema del lenguaje, formándose una oleada
antimetafísica de proporciones titánicas que envolvía muchos de los círculos
filosóficos. ¿Cuál era la actitud filosófica típica de este tiempo en Inglaterra?
Desde la adopción del empirismo de David Hume hasta la doctrina calvinista
escocesa enraizada en los usos y costumbres ingleses, aunado esto a
considerar que el libro más divulgado en filosofía inglesa en ese entonces era