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parte del partido comunista desde 1939, movida principalmente por la guerra
civil española y la diseminación del fascismo en Europa. Con respecto al
psicoanálisis como posible explicación de la vida
interior, se percibía en el ambiente tanto académico como no académico un
conflicto interesante que abría un nuevo umbral que Murdoch aprovechó
reflexivamente, los límites de la ética como disciplina. Nuestra pensadora fue
siempre una escéptica del psicoanálisis, sin dejar que esta actitud frenara su
admiración por las ideas de Sigmund Freud, principalmente en el campo del
arte.
Tomando en consideración el panorama filosófico,
vemos cómo se despliegan una serie de importantes
cuestiones morales. Pero, no olvidemos que la filosofía
moral está bajo el ojo de la sospecha, se ha desterrado
hasta ahora a los juicios morales de la filosofía. Hay una
imagen del hombre heredada por la ciencia de corte
conductista, utilitaria y existencialista en la que
predomina una visión pragmatista de la moral. Se intensifica el debate sobre
la naturaleza humana y se distiende una alternativa renovada de afirmación
del sujeto o de la eventual deconstrucción de subjetividades. Contra esta
tendencia, la filósofa reacciona afirmando que la vida interior como vida moral
puede efectivamente constituir el estudio de la filosofía. Murdoch atravesó
una red de escuelas, de doctrinas y de ideas diferentes y, por momentos,
contrapuestas. Es distinto preocuparse filosóficamente del lenguaje moral que
de la vida moral e Iris Murdoch estaba sobre todo inquieta por la segunda. Ha