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Mientras tu vientre al que mi labio inclino,
es un vergel de lóbrega espesura,
un edén en un páramo de lino. (Rebolledo, 1997, 107).
La actitud activa “voluptuosa” de la mujer-sujeto poético del poema —a quien,
nótese, no se descalifica explícitamente— da a entender, no obstante, en la
lectura entre líneas, que se trata de una fémina susceptible de ser calificada
como “honesta” por la sociedad de su época. Es decir, pese a los estereotipos
de género decimonónicos, la mujer decorosa del poema va más allá de dejar
ver su cuerpo, disfruta claramente, se brinda “voluptuosa e impudente” como
se creía sólo una prostituta podía hacerlo. Esto durante una ceremonia
equiparada a las de carácter religioso del contexto católico del poeta. Contexto
que, por otra parte, da muestras de resquebrajarse al presentar, en la realidad
poética al menos, la metáfora del acto sexual placentero para los participantes
y el lector —un tanto voyeur, donde el acto es caracterizado con la seriedad y
trascendencia de una ceremonia religiosa.
Por su parte, José Juan Tablada ofrece un poema similar en cuanto a la
metáfora básica de la ceremonia religiosa, en “Misa negra”:
¡Noche de sábado! Callada
está la tierra y negro el cielo;
late en mi pecho una balada
de doloroso ritornelo.
[…]
¡Amada, ven!... ¡Dale a mi frente
el edredón de tu regazo
y a mi locura, dulcemente,
lleva a la cárcel de tu abrazo!
[…]