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por la cual se percibe un predeterminismo naturalista de manifestaciones algo
tardías en el personaje.
En cuanto a la descripción del aspecto físico de ambos personajes durante
su niñez, ésta es prácticamente nula en los dos casos. Es hasta la adolescencia
cuando Zolá y Gamboa describen con profusión de detalles a Santa y Naná
respectivamente: Santa es trigueña, de cabello negro y largo, su cuerpo se
asemeja al de una amazona. Es precisamente en este tipo peculiar de su físico
que basa su triunfo pues, en la casa de Elvira, donde trabaja, la mayoría de las
muchachas son españolas, la misma Elvira y Pepa ; de modo que Santa es el
elemento exótico en el entorno español de la casa, por una parte, y, por otra, en
la vida urbana de los clientes que asisten, pues ella es una muchacha pueblerina,
ajena en su origen al del medio en el cual se desenvuelve después.
Naná, a su vez, desde La taberna, es descrita como una adolescente de piel
blanca y aterciopelada, nariz graciosa, boca sonrosada y, lo más importante, ojos
como luceros brillantes sin especificar el color, con cabello rubio claro. Como
Santa, Naná presenta el atractivo de su físico y, a la vez, el de su origen exótico
en el mismo sentido que aquella, pues Naná pertenece por nacimiento al mundo
obrero degradado, diverso al mundo de la nobleza y la burguesía en ascenso al
cual pertenecen sus clientes, quienes encuentran en ella una frescura y un
aspecto de buena chica, que contrasta con la crudeza de su oficio y con su
personalidad desordenada, ambiciosa, amoral desde su niñez.
Este aspecto amoral de Naná se desarrolla como toda ella, con la
adolescencia; da sus primeros pasos como mujer fatal al relacionarse con todo
tipo de hombres al ejercer su profesión, siempre sin remordimientos. Esto en
oposición a Santa, quien llega a tener por lo menos cuatro importantes
enfrentamientos con su conciencia a lo largo de la obra.