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El segundo grupo, correspondía la mujer noble, cuya función principal era
la de procrear, sin descuidar las labores domésticas y textiles. Además,
desempeñaba un importante papel en la transmisión del linaje o para realizar
alianzas familiares con el fin de mantener el control de la
familia gobernante (Rodríguez-Shadow, 2000, p.250).
En ambos casos, la mujer de pueblo y la mujer noble,
fueron la base de la estructura familiar, que se utilizó para
mantener el orden social vigente. Es decir, la mujer,
además de la reproducción biológica y de la producir
bienes, fue capaz de educar a sus hijas con la ideología del grupo dominante
(masculino) para mantener la cultura de sumisión y opresión.
2. La mujer mesoamericana y la perspectiva de género
Para comprender a las mujeres mesoamericanas, tenemos que hacerlo a través
de la perspectiva de género, para desenterrar las raíces históricas de la opresión
femenina y tratar de revalorar sus roles para construir una historia con un
sentido de equidad.
Las actividades económicas femeninas (domésticas,
agrícolas y oficios) se dieron en un plano de desigualdad y
desvalorización frente a los varones. Las mujeres se
dedicaban a estas tareas siempre y cuando no descuidaran
sus actividades básicas que por género y estrato social se les
tenían encomendadas. Por ejemplo, una mujer del pueblo
podía ser tejedora pero no de tiempo completo porque a la par que “tejía sus
telas debía colaborar con el marido en el pago del tributo, tanto en trabajo
doméstico como en artículos textiles, cuidar a los niños y realizar jornadas