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completas de labor doméstica en su propio hogar” (Rodríguez-Shadow, 2000,
pág. 134).
Las mujeres nobles tenían como obligación de tener hijos para mantener
el linaje clasista, y realizar ciertas actividades domésticas, como elaborar
vestidos o mantas para su familia. Por su parte, las mujeres del pueblo cuidaban
la casa e hijos, colaboraban con su esposo en las actividades agrícolas,
elaboraban el vestuario para su familia y las mantas necesarias para cubrir el
monto del tributo asignado a su barrio, y acudían periódicamente a las casas de
la nobleza para realizar tareas domésticas. A diferencia de las mujeres nobles
que sabían hilar, las mujeres del común vendían sus artículos y servicios en el
mercado para ayudar a mantener a la familia (Delfín, 2003, p.42).
Entre las culturas del Altiplano Central, ambos grupos de mujeres podían
participar como “sacerdotisas” en el templo, aunque con un papel subalterno y
de poca importancia, porque los varones eran los encargados de realizar los
sacrificios, de dirigir los rituales y de comunicarse con los dioses. Sin embargo,
la cultura maya fue muy distinta al resto de Mesoamérica, debido a que
existieron Ixahauob (mujer gobernantes o esposa del gobernante) que
acompañaron y celebraron los triunfos de sus esposos Halach uinik
(gobernantes), pero hubo también algunas Ixahauob que gobernaron y se les
representa como guerreras sometiendo a enemigos, otras fueron “religiosas”
que realizaban rituales de sangrías en los que se pasaban cuerdas por sus
lenguas para poder entablar relación con las entidades divinas y ancestros que
invocaban para solicitar protección (Obregón, 2015).